viernes, 5 de noviembre de 2010

Ayahuasca (parte I)




Llevo algo más de 12 horas en Iquitos, una de las principales ciudades de la Amazonía peruana y luego de pasar la noche en “La casa de Samantha” –nombre que tiene el hospedaje para mochileros en que me he alojado para cuidar mi alicaída economía- tomo un duchazo para mitigar el insoportable calor de más de 34 grados centígrados que reina en estas tierras. Hoy empieza aquello que vengo programando hace tanto tiempo, hoy tengo una cita con la “Liana de los espíritus”, hoy tomaré Ayahuasca.

Bajo de mi habitación que se encuentra en el 2do piso y mee despido rápidamente de Carlos, el cuartelero del hospedaje quien se encuentra viendo las noticias en esa especie de sala comunitaria donde todos se sientan a escuchar música ver tele, o simplemente jugar casinos, me despido no sin antes pedirle que me guarde una habitación pues regreso en un día. Salgo a la calle y lo primero que me asalta es un golpe de calor Selvático por lo que me toca tomar un moto-taxi que me llevará a Hotel Casona donde se encuentra Eli, Juan Carlos, Alina y el gringo Carl con quienes tendré la experiencia del Ayahuasca.

Eli es una gran amiga de la Universidad, Juan Carlos es su incondicional novio quien muere por ella y es más conocido como “El mandarín” porque ella lo manda a hacer lo que le da la gana y el solo mueve la cola. Alina es amiga de promoción de Eli y El gringo Carl es un americano que es su pareja, él lleva ya 7 años en Iquitos gracias al Ayahuasca, que hoy en día es una de sus fuentes de ingreso ya que se dedica a organizar retiros para turistas extranjeros dispuestos a pagar un buen sencillo por vivir esta experiencia.




Bajo de la Moto-taxi a Media cuadra de la Plaza de Armas e ingreso a “La Casona” un simpático Hotel que tiene un área para comer bastante iluminada y refrescante pues queda en una especie de tragaluz. Me siento en la mesa de mis compañeros de travesía esperando que el desayuno sea mejor que la cena, sucede que antes de la ceremonia se debe de hacer dieta y yo mas o menos lo he cumplido en Lima, una vez llegado a Iquitos la dieta pasó a ser más estricta (cero grasas, cero sal) y el desayuno pues… tan solo fue agua, avena hervida papaya y algo de plátano en rodajas, desayunamos rápido y enrumbamos al puerto de Nanay que queda a 50 minutos de la ciudad donde nos estaba esperando El Maestro Enrique(Maestro Ayahuasquero), su esposa, Don Hilario en su peque-peque nombre que toman las embarcaciones en la Selva Peruana.

- Buenos días Don Hilario
- Buenos días jóvenes, ya están listos?
- Por supuesto!
- Vamos subiendo entonces, yo ayudo a las señoritas con sus mochilas
- Gracias.





Compramos botellas de agua para el camino y caminamos hacia la embarcación que está a algo más de 50 metros pues según mas de uno este año el río ha bajado mucho, por lo que es más difícil navegar (debido a que muchas embarcaciones encallan por el bajo nivel de agua) y por lo que los puertos cada día son más lejanos. Subimos a la nave haciendo algunos malabares en la escalinata de madera, nos acomodamos de modo estratégico dividiendo pesos equitativos por lado y tratando de estar más cerca de la parte trasera o popa para que avancemos más rápido. Luego de eso partimos por el rio Nanay en esta fresca embarcación de madera con techo de hojas secas muy típico y lo mejor, súper fresco. Lo primero que se me viene a la mente al volver a navegar es que hace casi un año estaba en un Crucero en Grecia y doy gracias a la vida por todas las experiencias que cruzan en mi ruta, por el preciado espectáculo que estoy viendo en estos momentos y por lo vivido un año atrás, gracias por que ayer estuve en un crucero de miles de pasajeros en Grecia y hoy estoy con mis 4 compañeros de viaje, el Maestro Enrique, su esposa, Don Hilario y su Hijo de 12 años en plena Selva y tan cerca del río Amazonas.


Pasamos el viaje conversando básicamente con Juanca y Eli a quienes no veía hace varios meses, tomando fotos respirando aire puro para luego tomar una siesta de las que se toman pocas veces en la vida.
Siendo la 1 pm estamos frente a la Comunidad de Mishana donde tenemos que descender pues es aquí donde queda el lodge donde pasaremos la noche. Volvemos a cruzar la escalinata mientras vemos a un grupo de jóvenes divirtiéndose en el río, seguimos el camino y subimos unas escaleras de madera algo resbaladizas por el lodo formado gracias a las constantes lluvias locales.